sábado, 29 de marzo de 2014

El derecho de enojarnos

Cuando miramos la destrucción del planeta,
los ríos blancos de espuma,
los arboles caídos,
tenemos el derecho de realmente enojarnos.
Cuando miramos a los arapientos del planeta,
un cuerpo durmiendo entre basura,
una mujer tirada en el suelo alcoholizada,
tenemos el derecho de realmente enojarnos.
Cuando miramos a las desempleadas del planeta
que no poseen un futuro de calidad de vida garantizado,
cuando la educación se privatiza
y no tenemos acceso a los servicios de salud,
tenemos el derechos de realmente enojarnos.
Cuando los indígenas corren en la montaña
perseguidos por sikuas invasores,
sus casas son quemadas
y sus hijos e hijas lloran,
tenemos el derecho de realmente enojarnos.
Cuando un compañero campesino
ha sido valeado
y su sangre corre,
sus champas y sus sembradíos son quemados,
sus tierras son quitadas,
tenemos el derecho de realmente enojarnos.
 Escúchenme muy bien pacificadores
tenemos completamente
 la legitimidad de enojarnos,
 actuar contra este sistema opresor,
de poder defendernos
y ante todo,
de poder destruirlo.

Luna Nueva

Que hermoso es darse cuenta que los saberes ancestrales y nuestras conexiones con la naturaleza aun siguen resistiendo y como estos también pasan sobre y dentro de nuestros cuerpos. Aunque no sean conocimientos legitimados por el positivismo y su blancura, están ahí con nosotras y nosotros para ser descubiertos y legitimados sin la necesidad de un método científico aprobado por la academia sino sólo con ese deseo de resistencia, de creer en otros saberes y de amar realmente eso que decimos que otros mundos son posibles. Tenemos que volver a encontrarnos con nosotras y nosotros mismos y descubrir nuestra relación con la madre naturaleza (terj)esa que nos mutilaron cuando fuimos colonizadas, esa que nos asesinaron y nos impusieron y enseñaron desde las escuelas en donde el ser humano es individuo y la madre naturaleza es objeto de estudio y controlable. Sin embargo, hubieron seres de luz y guerreras que no permitieron ese genocidio epistémico y gracias a todos ellos y ellas hoy en día aun los conocimientos desobedientes del eurocentrismo y el imperialismo, siguen persistiendo. Desde mi ser, puedo comprobar que existe una relación directamente con la luna, nuestros cuerpos y espiritus están relacionados con ella y no sólo es una relación, sino que ambas estamos completamente vivas, sólo falta estar en constante comunicación dialógica para darse cuenta de la sabiduría que nos puede traer esta fiel compañera. Nuestros úteros están en constante relación con ella, y no necesitan de una medicina artificial fábricada en laboratorios para empezar a sanar, sino basta con volver a nuestras raíces y conectarlos con la madre luna, poco a poco irán sanando, del bestialismo occidental. Ojalá los hombres compañeros de nuestras vidas y de luchas puedan también encontrar está relación hermosa con nuestra madre luna. Gracias madre luna, por escucharme y encontrarnos de nuevo :)