miércoles, 16 de febrero de 2011

Mexico I

Bueno quiero compartir un poco de mi pequeña experiencia cuando me fui pa’mexico, pues ya era hora de empezar a salir de estas tierras y conocer otras y un poco de todo. Definitivamente, las luces del camino a veces se encienden con una luminosidad que es imposible dejarlas pasar, aunque después se pueden apagar por lo que es necesario en dejar siempre una brasita encendida para que con un fuerte suspiro la podamos volver a encender.
Pues, todo empieza cuando mi amiga Carolina me dice que nos vayamos para allá, y pensándolo un poquitillo, al final decidí que sí. Yo nunca había viajado y los primeros días era una sensación muy rara de felicidad, incertidumbre y muchas otras cosas que ni sé cómo explicarlas. Hay muchas cosas que no recuerdo del todo bien, pero la idea es tratar de detallar lo más posible. Bueno empezamos a pedir “ride” en un cruce de Puntarenas que nos llevaba a la frontera (no recuerdo el nombre) ahí un señor” trailero” nos hizo el favor de llevarnos no sé a donde jajaja y pues estaba muy emocionada yo con mi primera vez que me montaba en un “tráiler”. Recuerdo que nos dejó en medio camino, ya en Guanacaste y después de Liberia, ahí estuvimos otro rato pidiendo” ride” hasta que cogimos un bus que nos llevó a la frontera de peñas blanca (Costa Rica con Nicaragua) nos cobraron 12 dólares por entrar. Gracias a este viaje ahora soy más consciente cuando pienso y digo “No a las fronteras” y es que están distinto viajar en avión, ni nos damos cuenta de la distancia, ni de las fronteras. Las fronteras son muy difíciles de entender dentro del sistema, son limitaciones imaginarias que nos imponen los estados vecinos. Costa Rica y Nicaragua tienen la particularidad de que son unos pleiteros y como no se llevan bien, entonces, cobran sus impuestos por atravesar esa tonta línea imaginaria. ¿Por qué tenemos que pagar para que nos firmen nuestro pasaporte? Solo por el hecho de que nacimos en tiquicia. Otros no pagan, pero como me dijo un amigo nicaragüense, “nosotros tenemos que pagar 30 dólares para poder ir a Costa Rica”. Todo eso es una basura, nadie debería pagar por las fronteras, porque, al final y al cabo ¿quien se deja ese dinero? Si el pueblo aun lo vemos muriéndose de hambre.
Después, de atravesar estas fronteras seguimos adelante, con un inmenso calor y con un polvazal que levantaban los carros. Otra vez, haciendo “ride”, deseando que por favor un amable señor nos parara, y un humilde señor apareció con su “tráiler” y nos paró y nos llevo. Su nombre era Enrique y era guatemalteco, nos llevó hasta San Salvador de Salvador. Tuvimos que hacer una parada en Somotillo (pueblito antes de la frontera Nicaragua con Honduras, la frontera entre Honduras y Nicaragua se llama el Guausaule) y dormir ahí, nos invitó a cenar y tuve una experiencia un poco incomoda pues llegamos a un previo y pues algunos hombres estaban tomando y cuando fui al baño un gordo feo me dijo que nos fuéramos para el “tráiler” de él, creo que pensó que yo era prostituta, me sentí muy muy rara, pero por dicha llegó Enrique y le dijo que nosotras andábamos con él, entonces no nos hizo nada raro. Cuando estábamos comiendo Enrique nos dijo que habían varios maes que ya le estaban haciendo señas de comprarnos a nosotras, ahí me di cuenta que realmente la opresión de la mujer es bastante fuerte en Centroamérica, que hubiese pasado si don Enrique accede a vendernos… mejor ni lo pienso por que tendríamos que haber recurrido a nuestras técnicas de súper chicas peleadoras con puñal y gas pimienta jajajajaja mentiras : D las cosas pasan por algo y siempre positiva :D es lo mejor. Después de cenar don Enrique nos hizo el favor de llevarnos a Somotillo y alquilamos un cuarto y nos dijo que fuéramos al día siguiente, pues, él nos seguía llevando. Nos levantamos a las 6 am y nos fuimos a buscar a don Enrique, pasamos la frontera de Nicaragua y Honduras, en donde tuvimos que pagar 2 dólares para salir de Nicaragua. Pasamos todo honduras, llegamos a la frontera el Amatillo (Honduras-Salvador) y llegamos hasta San Salvador, hasta aquí nos transportó don Enrique. Pasamos a comer unas pupusas salvadoreñas de unos puestitos y una niña como de unos 13 años nos atendió, estaban muy ricas. Después cogimos un bus para llegar a la frontera del salvador con Guatemala, que se llama la Hachadura y ahí dormimos en otro hotelito.

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