martes, 24 de mayo de 2016

de niñez...

Si me lo regalarán, me dijo ella después de restregarles los brazos con jabón y quitarle la tierra para que pudiese comer limpiecito.

Con una mirada de ternura, de amor y de sinceridad, a la cual sólo pude sonreír porque me quedé sin palabras.

Hay niños y niñas en CR, sí, en el país más feliz del mundo, que viven en condiciones de miseria y de marginalidad.

Que están abandonados y abandonadas por los y las adultas, que deberían cuidarlos, por tanto, amarlas.

Abandonados y abandonadas por un Estado que debería protegerlos y de brindarles la seguridad que ellos y ellas se merecen, que ellos y ellas necesitan, y que sus familias no pueden brindarles por su situación económica, social y psicológica, que al fin y al cabo son estructurules.

Cuando los miro a ellos dos, yo también desearía cuidarlos y abrazarlos, mi maternidad de maestra se desborda. Es un amor profundo y real, que aveces no sé como expresarlo.

Cuando toqué las manos del mayorsito, y sentir que eran asperas, duras y fuertes, como las de un adulto, con tan sólo 9 años de edad, sólo pude reaccionar por medio de la pregunta ¿vos trabajás? nada más me miró como con pena y sonrío...

Niños y niñas que tiene honguitos en su piel, niños y niñas que llegan con moretes, niños y niñas con una cortada en un pie de tres puntadas y sin tratar, hasta que gracias a la vida existen personas especiales como el profe, que se dan cuenta de las situaciones e indaga y tiene que "sarandear" a sus familiares para que hagan algo.

En CR hay niños y niñas muy solos y solas. Nadie los cuida. Que sobreviven el día al día. Con tan sólo 8 y 9 años han vivido más, que cualquiera de nosotros y nosotras.

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