martes, 8 de diciembre de 2009

Atardecer mágico

Miro mis manos
alumbradas con la luz verde
al pasar los automóviles,
miro mis manos
y negras están.
El olor a gasolina
me pone un poco tonta
y un chiflido de unos de los transeúntes
me hace sonreír.
La luz verde empieza a tintinear
y el amarillo me avisa
q es hora de encender
las llamas de mi corazón
y mis sueños.
Ya es rojo
y avanzo hacia el escenario
de la calle gris,
empiezo a danzar
al ritmo del fuego
sin mirar los rostros
y sin escuchar,
sólo bailar.
Los pois encendidos me rozan la piel
mas aun así no me hacen daño
pues son mis amigos
q solo me besan de vez en cuando
dejando una marca en mi piel
cuando me quieren un poco más.
Al casi terminar, alzo la mirada
y miro a los y las niñas
tras las ventanas de las naves de distintos colores,
me sonríen y yo les sonrío
y les regalo un poco más de mi ser
Miro hacia el cielo, la noche ya ha llegado
y la luz verde volvió a parecer
y ella me trae unos pocos
segundos para descansar.

1 comentario:

Miguel Muñoz dijo...

Recién me fijo bien en este post, qué incandescente tributo a los segundos de inmovilidad vial que producen desesperación en unos y gran alegría en otros. Me encanta formar parte de ese 'otros' que a su vez alegran a los seres detrás del parabrisas.
La relación de amor que estableces entre el danzante y su poi es realmente mágica pero no por eso deja de ser real, me gusta mucho, y es un espejo a su vez de las relaciones comunes, en las que uno hiere a quien más ama.